Hoy los Reyes Magos nos esperaban nada más y nada menos que en París, la ciudad del amor, la ciudad de la luz, la ciudad de la libertad y los derechos humanos...
El tren nos llevó de Münich a Stuttgart, donde teníamos solo 7 minutos sobre el papel para cambiar de tren y coger el que nos llevaría a París.
Allí, después de más de 5 horas bastante agradable gracias a las guías de viaje, a las pelis de ipad y al paisaje, teníamos que darnos prisa en llegar a nuestra "nueva casa" pues nuestra nueva anfitriona tenía que irse a trabajar alrededor de una hora después de nuestra llegada a la estación. La última hora de viaje la dedicamos por un lado a memorizar el camino en metro, las estaciones, los transbordos, las direcciones, los colores y los nombres de las líneas de metro... Y por otro a prepararnos con mucha antelación en la puerta del vagón con las maletas y las mochilas puestas para salir disparados (hecho que provocó la precipitada recogida de equipajes de forma contagiosa por parte de la mayoría de los pasajeros del mismo vagón y colindantes).
Así, salimos corriendo y tardamos solo 25 minutos en llegar a casa de nuestros CS (compra de la tarjeta de transportes incluida)
Tras la bienvenida decidimos visitar por un par de horas el barrio de Montmatre, la Basílica del Sagrado Corazón (Sacre Coeur) y las calles donde se amontonaban los pintores (digo amontonaban porque todos se estaban refugiando de la lluvia que nos aguó, y nunca mejor dicho, la visita a este famoso barrio parisino).
De cena, por supuesto, crepes salados y dulces.
