lunes, 7 de marzo de 2011

Y LOS PICOS DE EUROPA: RUTA DEL CARES

Esta mañana hemos tenido que madrugar, pues el trayecto hasta Caín, uno de los pueblos donde comienza (o termina, según se mire), la Ruta del Cares está, literal y finamente, en un lugar muy remoto del mundo...
Hasta llegar allí, hemos atravesado parte de la reserva natural de los Picos de Europa y hemos parado varias veces por diversos motivos: razones paisajísticas, razones de mareo (demasiada curva), razonas alimenticias (a cierta hora de la mañana el hambre comenzó a llamarnos...), razones vitales (nuestro amigo Juan David hizo que parasemos en el Puerto de Panderruedas para jugar con la nieve)...

Como anécdota no puedo olvidar que tuvimos que recorrer algún kilómetro detrás de un rebaño de vacas y finalmente atravesarlo ante su fija mirada... y la de sus cuernos... Tampoco puedo pasar por alto a ese caballo asturcón que en la carretera que se arrancó corriendo en sentido contrario sembrando el pánico dentro de nuestro utilitario.


Además de disfrutar de unos parajes increibles, nuestro viaje estuvo aderezado con unas cuantas gotas (un buen chorro diría yo) de emoción, pues la gasolina del coche empezó a escasear y por aquellos lares no había una p********** gasolinera. Decidimos parar e investigar por la estación de servicio más cercana, pero en su lugar un paisano a la puerta de su casa nos preguntó a nosotros "¿Y el Madrid? ¿Otra vez campeón de Europa?"... lo dejamos por imposible y seguimos nuestro viaje.

La llegada a Caín fue espectacular. Más de 15 km por una carretera estrecha con múltiples y empinadas subidas y bajadas combinadas con curvas de toda amplitud dan paso al lugar donde se emplaza Caín. Caín es un pequeño pueblo rodeado completamente de altas, impetuosas y majestuosas montañas donde hay casi tantos hostales y restaurantes como casas particulares y donde parece que se ha respetado una estética acorde con el paisaje para no desentonar. Resultado: un pueblo bastante cuco en el que me he hecho la promesa de levantarme algún día, en alguno de sus hostales, para disfrutar de esas maravillosas vistas nada más amanecer.
No caminamos demasiado por la ruta, pero sí lo suficiente para saborear y sorprendernos por ese regalo de la naturaleza. Si queréis comprobarlo, solo tenéis que mirar en la galería de fotos.

Para comer, un buen plato combinado y unas tabletas de chocolate de todo tipo como postre (Milka, Nestlé y La campana del Gorriaga... ¡voten ustedes!), compradas en un pequeño supermercado, pues la camarera (que nunca supimos si era francesa o tenía un acento autóctono), tardó mucho en venir a cobrarnos.



En el viaje de vuelta, una parada en Zamora y una hamburguesa en el EuroGrill despidió oficialmente este viaje de Carnavales'11. ¡Hasta la próxima!

domingo, 6 de marzo de 2011

... Gijón y el Cabo de Peñas

El domingo se levantó soleado. No demasiado temprano nos dirigimos a Gijón, unos a ver el Acuario y otros a "vegetar" y hacer "la fotosíntesis" en el puerto pesquero después de un largo invierno. Justo antes de comer, visitamos el Cerro de Santa Catalina donde se encuentra una fortaleza militar que nunca se llegó usar. Se quedó en un proyecto (1902) muy ambicioso y moderno para la época y desfasado en 1926, cuando se paralizó su construcción definitivamente, ante la tardanza en su culminación. Su construcción había comenzado en 1904. Justo en la cima, coronando el cerro, se encuentra la escultura "Elogio del Horizonte", hecha de hormigón por Chillida que da la bienvenida a los navegantes.

En nuestra búsqueda de algún lugar para comer, nos topamos con una curiosa estatua de Don Pelayo disfrazada, haciendo alusión directa a la nueva ley antitabaco, que tendréis que ver en la galería de fotos que enlazo a la derecha. Después de un buen menú Gijonés nos dirigimos al Cabo de Peñas, lugar donde pasamos el resto de la tarde disfrutando de un paisaje sobrecogedor.

El final del día lo pasamos en casa de nuestros anfitriones pasando otra agradable velada, cenando típica "potato german soup" y charlando largo y tendido. Una gran despedida a dos días en encuentro intercultural "paraguayo-astur-hispano-alemán";)
¡¡¡Muchas gracias a los tres!!!

sábado, 5 de marzo de 2011

Asturias, patria querida...

Después de un largo trimestre que todavía no ha terminado, el gremio de los maestros disfrutamos por fin de uno de esos fines de semana que a todo el mundo arranca la expresión "¡Cómo viven los maestros!". Sí, los carnavales. Por ello no podía dejar escapar estos días de asueto sin realizar un "pequeño" viaje. Esta vez nos decidimos por Asturias, por su paisaje, su gastronomía y, principalmente, porque algunos de mis acompañantes no lo conocían.

Esta mañana hemos madrugado para poder llegar a una hora decente a Oviedo. A las 8,30AM tras recoger al resto de los intrépidos viajeros, cargar el depósito y hacer las oportunas comprobaciones al coche, nos pusimos en camino. Todo hacía temer que el tiempo no acompañaría, pues durante el camino llovió, hubo niebla y nadie me daba conversación... ¡Gracias compañeros!
En la llegada a Oviedo recogimos a Reyes, (para nosotros "Queens") que había estado toda la semana tocando el arpa con una orquesta, que es la que nos enseñó y nos guió por la ciudad de Oviedo. Lo más bullicioso, el mercado, donde hice acopio de unas típicas fabes y el compango para la próxima comida familiar. Lo más folclórico, la plaza del Ayuntamiento, donde un grupo tocaba la gaita y bailaba danzas típicas. Lo más cultural, la estatua de La Regenta en la Plaza de la Catedral. Lo más rico, las raciones que nos metimos entre pecho y espalda en el Boulevard de la Sidra: un choricito al vino, pastel de cabracho, unas "cocretas", pollo al ajillo y una sartén de huevos rotos con entrecot. Todo bien regado por unas cuantas botellas de sidra y su postre, arroz con leche y diversas tartas.
Tuvimos que hacer un esfuerzo para levantarnos y coger el coche para ir a la última visita guiada a Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo a las 4,30PM, en el Monte Naranco.

Una guía muy agradable y "muy asturiana" nos explicó la construcción, las funciones y la recuperación principalmente de sendos monumentos mientras se ofrecía a resolver cualquier "preguntina" que tuvieramos. Sólo en este momento empezó a llover, cuando subimos a lo alto del Monte del Naranco y poder disfrutar de unas preciosas vistas. Esta vez, a Murphy, le salió el tiro por la culata pues, aunque apenas pudimos ver todo el paisaje, el cielo nos regaló un potente y completo arcoiris. (Aquí podéis seguir otras aventuras por las que no me llevo bien con Murphy).
Después Anika y yo nos fuimos a conocer a la familia encantadora "CouchSurfing" que nos iba a acoger durante dos noches.
Ana, Luis y el pequeño Gonzalo son paraguayos, y nos acogieron con los brazos abiertos haciéndonos sentir como en casa. Unas pizzas caseras y una amena y agradable conversación pusieron fin al primer y largo día de viaje en este fin de semana